El título, como muchas veces los titulares, no sirve de resumen, sino de anzuelo para atraer al lector. Pero no quisiera crear falsas expectativas al que haya llegado hasta aquí.
Mi intención hoy es estirar un poco el hilo de los comentarios en un ‘post anterior‘ sobre la Web 2.0, el supercapitalismo y la sociedad líquida.
La Web y la sociedad líquida comparten algunos atributos. El más evidente quizá sea la ausencia de una ‘agency’, un regulador u ordenador visible.
Muchos de nosotros, yo incluído, seríamos incapaces de explicar de forma coherente e inteliglible qué organismos, instituciones o arquitecturas sociales son responsables de que la Web funcione. Ni qué tipo de acuerdos y reglas les unen o coordinan.
(La liquidez es mayor en la Web 2.0, porque se traduce no sólo en la operación de la red, sino en los orígenes y la estructura de los contenidos. Si una información publicada en un diario nos provoca alguna reacción, siempre podemos dirigirnos al Director. Pero si eso pasa en la Web 2.0, ¿a qué cielo clamamos?)
Algo parecido sucede en la sociedad (global) líquida. Nos dicen que un constipado en el mercado inmobiliario de los EEUU está causando una pulmonía global en los mercados de crédito de todo el mundo. Y de pasada una mayor dificultad para que una familia de Hospitalet, por decir algo, obtenga una hipoteca. A muchos nos costaría explicar (explicar-nos) la cadena causal de esta serie de eventos, y mucho más poner el dedo en la llaga de las responsabilidades de quienes los hayan causado con sus prácticas y de los que podrían quizá haberlos evitado con una mayor supervisión o regulación o información.
Internet líquido. Sociedad líquida. ¿Cuál es la relación causa-efecto, si la hay?
Propongo repasar un poco la historia, por si las analogías con la sociedad industrial nos sirvieran de algo. En 1848, con la segunda revolución industrial ya en curso, Karl Marx escribía:
Las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su séquito de ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban, y las nuevas envejecen antes de echar raíces. Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás.
Las formas sociales ya no pueden (ni se espera que puedan) mantener su forma por más tiempo, porque se descomponen y se derriten antes de que se cuente con el tiempo necesario para asumirlas y, una vez asumidas ocupar el lugar que se les ha asignado.
Luego, claro está, se tratará de hacer un paralelo con la Revolución de la Red. Donde aparecerán, a su tiempo, el supercapitalismo y la globalización.
¿Comentarios, antes de la siguiente entrega?
He seguido con interés y atención el dialogo que habéis mantenido tú y Genís Roca y considero con humildad que dada vuestra repercusión dentro la «comunidad» estáis haciendo una gran labor de difusión ayudando con posts de carácter más «teórico» a que muchos puedan tener una visión más analítica y profunda de los fenómenos que están ocurriendo en la sociedad actual.
En este sentido os quería sugerir la lectura de un autor que considero clave para la comprensión de nuestro mundo (además del Prof. Castells que doy por descartado que conoces ya que estuve en la lectura de tu tesis). Se trata de Scott Lash , especialmente:
Economies of Signs and Space, London: TCS/Sage 1994. (co-author is J Urry). (trans. into German (Frankfurt: Suhrkamp) Korean, Spanish, Italian and Portugese. (3rd printing 1999)
Critique of Information, London: Sage, 2002. (trans. Contracted in Spanish, Japanese, Chinese)
Creo que vuestros comentarios sobre estas obras podrían enriquecer muchísimo la linea de análisis/diálogo que habéis establecido y enriquecer a la «comunidad»
Paco
Francisco,
Gracias por tu comentario. Quizá porque no me considero un «teórico», no conozco el autor que me recomiendas. Pero le echaré un vistazo y reportaré sobre la impresión que me produzca.
Un saludo
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