Un artículo en El País de hoy, del que reproduzco el titular, comenta ‘un mundo «no polar»‘, sin ‘director, ni partitura’, en el que
los supuestos polos no pueden ejercer como tales (EE UU tiene la fuerza, no la credibilidad; Europa carece de voluntad política; China o India aún no llegan; etcétera).
Si es así, a menos que los que nos conduzcan sean maestros de la improvisación creativa, , como los grandes del jazz, la característica de ‘liquidez’ que Zygmunt Bauman atribuye a las sociedades modernas se aplicaría, con una perspectiva más amplia, al mundo globalizado, a la sociedad global.
No sólo los individuos se verían obligados a buscar soluciones biográficas a las contradicciones del sistema, sino que los propios Estados o naciones tendrían también que buscar sus trayectorias biográficas en un contexto difuso. Una sociedad fractalmente líquida, sin referentes a ninguna escala, global, continental, estatal, nacional, local.
En el pasado, una de las funciones de las instituciones era generar pautas de referencia sólidas. Pero hay demasiadas que parecen atrapadas en esta búsqueda de una autobiografía satisfactoria. El articulista menciona que
Las instituciones internacionales […] , desde el G-8 […], el Consejo de Seguridad de la ONU, al Fondo Monetario […] o el Banco Mundial, requieren una adaptación a estos nuevos actores y nuevas funciones.
Y, a la vista de los debates e incertidumbres sobre Constituciones y Estatutos, podríamos añadir a la lista a la Unión Europea y a más de una nación o región. En la nota de prensa con las conclusiones del Forum de Davos, el World Economic Forum aboga por
a call by business, government and civil society leaders for a new brand of collaborative and innovative leadership to address the challenges of globalization.
Ahora bien, sin partitura ni director, ¿sabrán adaptarse? ¿son justamente los retos de la globalización los que deberían servir de referentes?
Cuidado aquí. El articulista de El País hace referencia a una entrevista en Davos, en la que Henry Kissinger destaca que, aún con las convulsiones de los últimos días, «la economía está más organizada que la política global». Y que la local, añadiría más de un especulador inmobiliario.
En cualquier caso, recordemos que una de las características de la ideología economicista que emergió con la revolución industrial es que la economía adquirió primacía sobre la política , e incluso sobre la moral. Quizá lo que suceda es que estamos viviendo las consecuencias de esta ideología llevada al extremo.
Una reflexión que se emarca en una que considero de mayor alcance.
¿Nos parece que las afirmaciones habituales del estilo de «estamos entrando en LA sociedad de la información» recogen lo esencial de las sociedades actuales?
Y además,
¿Quién es el director, si lo hay? ¿Quién pone o ha puesto la partitura, si la hay? ¿Y si no los hubiera?