La (in)soportable levedad de los concursos de ideas

Emprendedores Ideas.029

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Hoy me ha interesado

… comentar la proliferación de ‘concursos de ideas’ (ejemplos al final de esta entrada), incluyendo dos promovidos ahora mismo desde el Ayuntamiento de Barcelona (más enlaces al final de esta entrada):

  • «La casa de las ideas«, orientado a imaginar soluciones para el problema de la vivienda en Barcelona.
  • «Apps&Cultura«, que tiene como objetivo el desarrollo de apps que mejoren el acceso a la cultura y la promoción de la creación.

Estoy seguro de que esos concursos son bien intencionados, pero menos convencidos de su efectividad práctica. De hecho, creo que, puestos a intentar solucionar algunos de los (nada triviales) problemas de nuestro entorno actual, los concursos de ideas no son la mejor idea. Tampoco lo sería, puestos a ello, hacer un concurso de ideas acerca de alternativas a los concursos de ideas.

¿Por qué?

  • Porque no está claro que suframos sólo una crisis de ideas, sino en gran medida (también) una crisis  de ejecución. Muchas veces sabemos lo que necesitamos o lo que querríamos hacer, pero no cómo conseguirlo. En este sentido me parece muy interesante (y creativa) la convocatoria de este concurso de innovación social para quienes no tienen nuevas ideas.
  • Porque una idea, incluso una buena idea, no vale apenas nada si no se pone en práctica. Algunos inversores utilizan como guía el criterio de la figura para tomar decisiones sobre una propuesta. La idea pesa un 20% de la decisión, el modelo de negocio un 30% adicional y el equipo que la respalda un 50%. Si este criterio fuera acertado,  organizar concursos de equipos sería más interesante que organizar concursos de ideas.
  • Porque hay gente, es mi caso a menudo, que se apuntaría a colaborar a buscar respuestas a un reto, sin tener necesariamente ‘a priori’ una idea brillante que aportar.
  • Porque en demasiadas ocasiones, la promoción de un concurso de ideas parece un intento de quienes lo convocan de enmascarar su falta de compromiso en solucionar los problemas que el concurso plantea. En particular, es habitual que las ideas no premiadas (la mayoría) se pierdan, y que incluso las premiadas tengan un premio simbólico, lejos del acompañamiento necesario para ponerlas en práctica.

Por todo ello, alguien suficientemente malpensado podría concluir que  (algunos) promotores de esos concursos tienen más interés en promover su marca que en comprometerse al buen fin de las ideas presentadas. Que estarían, conscientemente o no, aprovechando el tirón del crowdsourcing para utilizar las ideas y a quienes las proponen como materia prima poco menos que deshechable. Un riesgo para las marcas que adoptan esas prácticas.

Suficiente por hoy. Dejo para una próxima entrada comentar lo que considero fallos importantes de diseño de uno de los dos concursos del Ayuntamiento mencionados al principio. Entretanto,

¿Qué os parece la proliferación de concursos de ideas?

Anexo: Una lista nada exhaustiva de enlaces a concursos (todos ellos orientados a la innovación social, pero muy desiguales en cuanto a planteamiento y alcance):

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