
Fuente: Gartner (2012)
Hoy me ha interesado …
… empezar a explorar la ideología subyacente a la promoción del ‘Big Data‘, cuya emergencia, según IBM y muchas otras fuentes, «abre un nuevo mundo de posibilidades».
La figura adjunta, uno de los ‘hype cycles‘ que diagnostica una reconocida consultora tecnológica, sitúa el ‘Big Data’ en un estadio aún embrionario, creciendo en el pico de las ‘expectativas infladas‘. Lo que significa que falta todavía un tiempo, incluyendo el tránsito por el ‘valle de la desilusión‘ antes de que las visiones más optimistas se conviertan en realidad.
Lo que sin duda acabará sucediendo. Aunque es más que probable que la clave para completar con éxito ese tránsito no sea precisamente la tecnología, sino quién la aplique, cómo y en qué contexto. Al principio de «The Signal and the Noise«, Nate Silver, un reconocido especialista en análisis de datos cuyo salto a la fama se produjo tras ‘clavar’ los resultados de las últimas elecciones presidenciales en los EEUU, lo formula así:
«Chris Anderson wrote in 2008 that the sheer volume of data would obviate the need for theory, and even the scientific method […] These views are badly mistaken. The numbers have no way of speaking for themselves. We speak for them. We imbue them with meaning […] Before we demand more of our data, we need to demand more of ourselves«.
Chris Anderson, hasta hace no mucho el editor de Wired, es un personaje controvertido. Por ser un abanderado de la causa de lo ‘free’ desde la plataforma de una revista de pago. Por recomendar la tendencia de invertir en ofertas ubicadas en la ‘long tail‘ cuando existe una evidencia (versión .pdf) cada vez más consolidada de que el dinero se concentra en los grandes éxitos, de que la ‘long tail’ es muchas veces una ‘low tail’ en la que es difícil generar ingresos para sobrevivir.
Sus recomendaciones, excelentemente diseñadas para crear polémica y apalancar el prestigio de su revista y el suyo personal como autor y gurú, siempre apoyadas por los ilustrados-TIC, destilan un trasfondo ideológico. El del apoyo a los fines de quienes, como comentaba en una entrada anterior, practican una estrategia sistemática de innovación disruptiva que comporta destrucción creativa a corto plazo, sin más detalles de la reonstrucción creativa posterior. Con la excepción, eso sí, de quién intenta acaparar los beneficios de la misma. Como (no hace falta citar nombres) quien defiende que los contenidos sean ‘free’ para llevarse el negocio de la publicidad ligado a los mismos, por ejemplo.
En el caso del Big Data, la tesis de Chris Anderson, a quien otros mejor que yo podrán discutir su autoridad para reformar el método científico, parece evidente. ¿Cuál sería la consecuencia de que el Big Data hiciera prescindibles las teorías y el método científico, y por ende los propios científicos? Simplemente, que la autoridad moral hoy se concede a ciencia y científicos pasaría a quienes tuvieran la mayor capacidad de acceder a las fuentes de Big Data y explotarlas.
Con las perspectivas fáciles de imaginar. Cuando alguien sugiere que «Data is the new oil» uno no puede evitar, llamadme malpensado, que le venga a la cabeza la historia de los ‘robber barons‘ que a principios del siglo XX construyeron grandes fortunas explotando (quasi)monopolios de acceso al petróleo y otros recursos naturales. Es obligado pensar que hay quien intenta repetir la historia con el recurso ‘data’. Ya hay, de hecho, quienes lo acaparan.
Como (bien) afirma Zygmunt Bauman, «Like most beliefs which appear to be self-evident, they remain obvious only as long as we refrain from examining the assumptions that underpin them«. dana boyd, una investigadora de Microsoft, ha publicado un buen análisis de cuestiones de fondo (provocaciones, las llama ella) ligadas al emergente protagonismo de los Big Data. De cuestiones como esas, al respecto del Big Data y de otros inventos, nos continuaremos ocupando.
Saludos cordiales.
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