Hoy me ha interesado …
… cómo la por algunos idolatrada ‘wisdom of the crowd‘ ha saboteado un piloto del más puro solucionismo (que E. Morozov tanto critica en su último, irritante pero también necesario libro).
El video (vale la pena echarle un vistazo, de verdad) publicita una app de Durex (SOS Durex) que utiliza la geolocalización para hacer llegar preservativos de urgencia a parejas con calentón. (‘Yes, there is also an app for that‘). Si me lo hubiera contado mi cuñado, que es un cachondo, hubiera creído que me tomaba el pelo. Pero parece que va en serio. Con web y todo.
Pero hay más. Quizá para que nadie pensara que Durex no ha pillado lo del 2.0, la empresa organizó un concurso (un poco más abajo, en la misma página web) en Facebook para recoger votos acerca de en qué ciudad hacer disponible el servicio. La ganadora, según descubro por cortesía de ABC News, es la ciudad turca de Batman. Que, aparte de demandar a Warner Bros por apropiación indebida de nombre, un enclave de cultura religiosa y conservadora, al parecer poco afín a la marca de preservativos.
La conclusión de ABC News es que resulta poco aconsejable plantear cuestiones demasiado abiertas si se desea recurrir a la ‘wisdom of the crowd‘. A las masas, en otras palabras, mejor no dejarles demasiados grados de libertad.
Parece obvio. Pero no lo debía ser tanto si Durex y su agencia creativa no pudieron prever que había riesgo de que las crowds les tomaran el pelo. Tampoco es la primera vez que algo así sucede. Recuerdo, por ejemplo, la sorpresa que se llevó Obama una vez que se ofreció a responder en abierto a las preguntas de la crowd. Más recientemente, el alud de información poco fiable proporcionado por la crowd fue más un estorbo que una ayuda en la investigación del atentado con bombas en la maratón de Boston.
Tiempos éstos, los de nuestra sociedad líquida, en que escasean las verdades absolutas. Aunque no la gente que prefiere creer en ellas.