… la comparación que Jaron Larnier hace en su último libro entre los grandes actores globales de Internet y las sirenas.
En la mitología griega, las sirenas distraían con su canto a los marineros, de modo que sus naves perdían el rumbo y acababan por estrellarse contra las rocas. De ahí la metáfora del canto de sirena como una tentación, ya descrita por Homero:
«Nadie ha pasado con su negro bajel sin que oyera la suave voz que fluye de nuestra boca, sino que se van todos después de recrearse con ella, sabiendo más que antes, pues sabemos cuantas fatigas padecieron en la vasta Troya argivos y teucros, por la voluntad de los dioses, y conocemos también todo cuánto ocurre en la fértil tierra».
La analogía es tentadora. La «la suave voz que fluye» es la que actores como Google o Facebook proclaman como su misión («organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil«, «hacer que el mundo sea más abierto y conectado«). Su oferta nominal son servicios gratuitos que facilitan que acabaremos «sabiendo más que antes», pues ellos conocen «todo cuando ocurre en la fértil tierra».
Lo que completaría la analogía con las sirenas es que la misión real de esas empresas no es ayudar a sus usuarios, sino explotarlos. Los números cantan: el margen bruto de Google y de Facebook es del 72%. Lo que obtienen de nosotros es mucho más de lo que nos ofrecen.
Además, apunta con cada vez más fuerza la noción de que estas empresas actúan como agentes económicos extractivos. Imponen de hecho un no-diseño social en el que acaparan los beneficios, pero externalizan los costes sociales asociados a los mismos. Costes que incluirían:
- El desacoplamiento entre crecimiento económico y empleo (Leer en Technology Review)
- El desacoplamiento entre la generación de riqueza y la renta de las familias (comentado aquí)
- La pérdida de privacidad, incluyendo su papel clave en asuntos como el PRISM.
Temas éstos a explorar en próximas entradas.