Hoy me ha interesado …
… leer en la HBR un artículo sobre la disrupción de la innovación disruptiva. Merece, creo, una crítica reposada, que prepararé para una próxima entrada.
Antes de ello, la lectura del artículo me ha recordado dos datos que llaman a gritos a una buena innovación disruptiva.
El primero, extraído del New York Times muestra el aumento del peso porcentual en el PIB de los beneficios empresariales de los EEUU durante los últimos 30 años, junto con un descenso paralelo de las rentas de las personas.
Se me ocurrió primero que esa tendencia era sólo el resultado del capitalismo puro y duro de los yanquis. Pero no.
Porque en las mismas fechas El País publicaba el gráfico que acompaño. Que, si lo interpreto correctamente, señalaría que el peso porcentual de los salarios en el PIB español es menor que en EEUU. Y también que, con la excepción de la época de la burbuja inmobiliaria, las tendencias de evolución de los salarios y de los beneficios empresariales durante la última década son idénticas en ambos países.
Añadiría, sin especular que haya necesariamente una relación causa efecto, que la tendencia a la pérdida de peso de los salarios coincide (más claramente en el caso de EEUU) con el despegue de las nuevas TIC: el PC en los 80, Internet en los 90. Pero tal vez se trate sólo de una casualidad, no una causalidad.
¿Qué hacer para invertir, o por lo menos equilibrar, estas tendencias?
Una posibilidad sería publicar un manifiesto, quizá con el lema: «Asalariados del mundo, espabilad!!!»
Otra, que me parece más atractiva, sería plantear esta cuestión como un reto de innovación disruptiva a los entusiastas de la innovación social. Y, si el reto pareciera poco, añadiría la propuesta de que lo patrocinara alguna de las empresas que lideran las campañas de reputación social corporativa.
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