F. M. Alvaro escribe en la Vanguardia sobre «La Catalunya tuneada«, a raíz de un estudio de Esade y la Fundación Carulla.
No teniendo el estudio a mi alcance (cuesta 38 € !!!), daré crédito a las conclusiones del articulista:
- Mientras que en 1990, el 70% de los catalanes tenía su trabajo como elemento de identidad, ahora sólo el 57,3 %. El resto, se supone, debe definirse en función de sus hábitos de ocio y de consumo.
- Las entidades tradicionales (incluidos partidos y sindicatos) tienen dificultades para mantener su número de afiliados. La ciudadanía se asocia para desarrollar acciones concretas, con fecha de caducidad.
- El grupo más numeroso de la sociedad catalana, hasta un 28, 4 %, con un peso de mayores de 55 años, es etiquetado como neoconservador. Un segundo grupo (24,4%, entre 45 y 54 años) formado por individualistas cívicos, no tiene demasiada confianza ni en la administración ni en los partidos, aunque sí en las ONG y los organismos internacionales como la ONU, la UE y la OTAN. No dice nada el artículo de cómo se fragmenta el 42% restante.
¿Sorprendente? No demasiado. Zygmunt Bauman ha descrito profusamente los rasgos de una sociedad de consumidores, una sociedad líquida a los que se ajustan la mar de bien las conclusiones anteriores. Parece pues que Cataluña se ha vuelto líquida.
Aunque, especulo, ni más ni menos que otras naciones cercanas.