Debería excusarme por recurrir a los juegos de palabras con el apellido del abuelo de la Ministra de Cultura: demasiado fácil. Si lo hago es para construir un epíteto que creo se aplica por igual a todas las partes hasta ahora visibles en la polémica sobre este asunto del proceso de/a la Ley Sinde.
Lo hago azuzado por un matiz que creo alarmante en una de las manifestaciones sobre este asunto. Bajo el título de «Un tremendo error» se concluye que:
«En lugar de buscar el necesario entendimiento social y el diálogo, se ha escuchado solo a una parte, capitaneada por la ministra que da nombre a la ley, y se han pisoteado los derechos de la otra«.