Pillo por casualidad la noticia de que para una representante de Tuenti:
«Restringir la edad de los usuarios a la mayoría de edad resultaría antinatural. Por eso hemos puesto la edad mínima de uso en los 14 años […] Ya el hecho de cortar en los 14 años nos parece un corte importante porque hay niños que desde los 12 años ya están conectados a la red. Pero a los 14 años los usuarios ya tienen uso de razón y hay muchos usuarios en esta franja de edad aunque la media está en los 24 años».
A riesgo de que me tilden de purista, protesto enérgicamente contra el uso de la palabra natural en esta argumentación.
Sin entrar en el fondo de la cuestión, limitar o no el acceso de los menores a Tuenti puede ser apropiado o inapropiado, beneficioso o dañino, factible o imposible; opinable, en cualquier caso.
Lo que es seguro es que ese acceso, sea o no de menores, es genuinamente artificial.
No se trata de una anécdota, sino de un síntoma. En todos los debates, también en los relacionados con Internet, es cada vez más necesario tener en mente consejos como los de Georges Lakoff («Know your values: Frame the Debate«) o avisos como el de Manuel Castells: («La forma fundamental de poder reside en la capacidad de conformar la mente humana“). Quien enmarca el debate tiene más posibilidades de ganarlo.
Tuenti no declara sus valores, pero sí sus intereses. Es lógico y lícito que los defienda. Pero no a costa de deformar el lenguaje, porque ello conduce también a deformar los valores. Protejamos las palabras.
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