La edición dominical de El País brinda un ejemplo excelente del contraste entre dos visiones de la economía y la política económica: la de los grandes conceptos y los liderazgos tradicionales, de una parte; por otra, las pautas de comportamiento irracional de las que tratan los ‘behavioral economists‘.
La Tribuna de Javier Moreno («De cómo arruinar el mundo dos veces«) tiene un comienzo prometedor:
«Pocos […] discreparán del análisis que Barack Obama ofreció el miércoles pasado en Washington. La crisis que azota el mundo desde el verano de 2007 no es resultado de un fallo del capitalismo en sí […] sino el producto de una cascada de errores humanos, de oportunidades perdidas y de una cierta cultura de la irresponsabilidad que resulta ahora de todo punto inaceptable».
Pero luego, en mi opinión, se desvirtúa al achacar la responsabilidad de esta crisis y de la de 1929 sólo a políticos y gobernadores de los bancos centrales:
«Cinco hombres arruinaron el mundo en 1929. Dos, más un puñado de ideólogos neocon, fueron los responsables principales del desastre en 2008″.
No seré yo quien discuta la responsabilidad de esos personajes. Pero es incuestionable que la crisis no se hubiera producido si no hubieran sido muchos, banqueros, empresarios y ciudadanos de a pie, los que les hicieron caso.
Por ejemplo, concediendo unos hipotecas a quienes no podían pagarlas; contratando otros hipotecas que no podían pagar. Todos con la hipótesis implícita de que el precio de las viviendas no bajaría. A pesar de los precedentes que desmentían esta creencia. Un segundo artículo del dominical, «La plusvalía está en su mente«, comenta más a fondo este y otros aspectos de la ‘behavioral finance‘.
Hablando sobre las causas de la crisis y la reforma del sistema financiero, Barak Obama mencionó que «A culture of irresponsibility took root from Wall Street to Washington to Main Street«. Habrá que aplicarse a cambiar ambas culturas.
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