Archivo mensual: diciembre 2008

La innovación más necesaria es la social

Si la cuestión es cómo ‘aparcar‘ la ‘mala innovación‘ y reemplazarla por la que sea ahora más conveniente para superar la crisis, ¿cómo enfocar la respuesta?

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El razonamiento que esbozo en la pizarra me trae a la memoria el diagnóstico de Peter Drucker, que escribió hace no muchos años que:

«La sociedad del futuro no estará dominada, ni siquiera conformada por las tecnologías de la información. Estas serán importantes, por supuesto, pero sólo unas de las nuevas tecnologías importantes. La característica central de la próxima sociedad, como sus predecesoras, serán nuevas instituciones y nuevas teorías, ideologías y problemas».

De entrada, lo que la crisis ha traído son nuevos problemas. Tecnologías teníamos ya bastantes, incluyendo algunas aún no utilizadas a fondo. De lo que andamos más escasos, creo yo, es de nuevas ideologías, teorías e instituciones.

Comentarios finales:

  • Citas de Sam Palmisano y Ethan Zukermann sobre la verdadera INNOVACIÓN.
  • Vale la pena contrastar dos versiones publicadas hoy en El País sobre la crisis, asunto Madoff incluido. Desde su visible militancia ideológica, Joaquín Estefanía sostiene que «para que se produjeran esos fallos regulatorios debieron existir previamente fallos de mercado y golfos apandadores que se aprovecharon del clima desregulatorio hegemónico para cometer toda clase de tropelías e irregularidades«. Enrique Gil Calvo sostiene que el origen de la crisis no es sólo la codicia, que da por descontada, sino la credulidad extendida. Yo traduzco ambas como la demostración de que hemos puesto una confianza excesiva en ‘marcos mentales‘ sobrepasados, y por extensión en las instituciones que supuestamente les otorgaban respaldo y garantías.

Vuelvo así a la conclusión de mi segunda pizarra sobre este asunto:

«La INNOVACIÓN que necesitamos es, sobre todo, social»

Será cuestión de poner manos a la obra.

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La MALA innovación

Invitado por Tertulia Digital, participé ayer en una mesa redonda, convocada bajo el lema:

¿Es la innovación la respuesta a la crisis?

Había aceptado con un cierto recelo, porque la pregunta no me parecía bien planteada, al referirse a LA innovación como si sólo hubiera un tipo de innovación, y a LA respuesta, como si la crisis actual no mereciera más que una.

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Al preparar mi intervención caí en la cuenta de que una de las causas de la crisis ha sido precisamente un determinado tipo de innovaciones financieras (las tristemente famosas subprime, junto con los CDO, CDS y demás zoología de complementos). Potenciadas todas ellas por la codicia y/o la irresponsabilidad y/o la falta de escrúpulos de quienes las utilizaron a destajo y con poco sentido de la mesura.

De manera que se me ocurrió empezar mi intervención con los temas que quedaron apuntados en mi pizarra:

  • La innovación no siempre es positiva. Como este caso demuestra, considerar en nuestros ‘marcos mentales‘ la existencia de una MALA INNOVACIÓN no es un contrasentido. De modo análogo a juzgar que regalar un BUEN coche deportivo a quien nos consta que le gusta la velocidad pero ni sabe contenerse ni tiene dotes de piloto es hacerle un MAL regalo.
  • La respuesta a LA CRISIS (con mayúscula) podría estar en grandes dosis de BUENA y GRAN INNOVACIÓN (también con mayúsculas). Pensar que una sucesión de pequeños cambios, ajustes o mejoras nos sacarán del lío parece hoy por hoy poco plausible.

Mis reflexiones sobre el particular continúan en una pizarra #2, que queda para una próxima ocasión.

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Principios marxianos (de Groucho)

La publicación en el Wall Street Journal de que Google

“ha dirigido a algunas de las principales operadoras telefónicas y de cable que transportan tráfico de Internet una propuesta de crear un carril rápido para sus propios contenidos»

ha causado una conmoción no menor en el ciberespacio blogosférico. La suficiente para que la compañía se haya sentido obligada a publicar un ‘desmentido‘ en que explica que su propuesta  consiste en

«‘co-locar‘ servidores caché en las instalaciones de los propios proveedores de banda ancha; ello reduce los costes de ancho de banda, dado que evita la necesidad de transmitir el mismo video varias veces. Siempre hemos sostenido que los proveedores de banda ancha pueden llevar a cabo este tipo de actividades siempre que lo hagan de modo no discriminatorio».

Como Google pagaría por estos servicios, considera que las prácticas en cuestión no son discriminatorias; excepto quizá para quien no pueda pagarlas.

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El comunicado de Google acaba recalcando que la empresa continúa firmemente comprometida con el principio de ‘net neutrality» (neutralidad de la red), lo que demuestra fechacientemente  cómo la vaguedad del concepto de ‘net neutrality‘ se presta y prestará a interpretaciones diversas.

  • Porque, como es una cosa inanimada,  la red no puede ser ni dejar de ser neutral. Son los agentes que interactúan con la red los que serán o no neutrales.
  • Aparte de que, ¿cuáles son los límites de ‘la red‘? Para los usuarios, los servidores de caché que Google quiere ‘co-locar‘ son parte de la red. Más de uno opinará que gestionarlos para ofrecer una mejor respuesta a los contenidos de Google es una práctica ‘no neutral’.

Es interesante también observar cómo el incidente se ha ‘vivido’ en el influyente  blog de Enrique Dans, porque:

  • En su profesión de fe en Google, el Profesor Dans atribuye principios quasi morales a una compañía privada, denotando un ‘marco mental‘ denunciado convincentemente por autores como Robert Reich en su reciente ‘Supercapitalism‘. ¿Seguro que, en caso de conflicto, Google daría preferencia a los intereses de sus usuarios antes que a los de sus accionistas o sus clientes?
  • De hecho, una buena parte de quienes comentan el ‘post’ de Enrique Dans manifiestan esperar que Google interprete el principio de neutralidad según más le interese.

«Take care of the sense, and the sounds will take care of themselves‘, escribió Lewis Carrol. «Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros«, diría Groucho Marx.

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Des-orientados

Decimos que las TIC son un ingrediente clave para el progreso económico y social. Pero ahora mismo,  resquebrajados o quizá rotos muchos de los ‘marcos mentales‘ subyacentes a lo que llamábamos ‘progreso‘, no parece que nadie tenga demasiado claro por cuáles sustituirlos.

Cuando por fin nos habían convencido del peligro de consumir por encima de nuestras posibilidades (léase, un déficit de la balanza comercial del orden del 1o% del PIB), ahora nos incitan a consumir (Antón Costas, citando al President Montilla, en El País de 9/12/08). Otros, con similar nivel de autoridad, nos invitan a descubrir el goce de consumir menos y mejor, e incluso a decirles a los políticos que «se dejen de estimular la economía y dediquen nuestro dinero a estimularnos la mente» (Manuel Castells, en La Vanguardia de 13/12/2008). Nadie, entretanto, nos estimula a producir; a lo mejor se ha quedado anticuado.

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En El País, Joan Subirats opina que «no sabemos hacia dónde vamos ni a que velocidad«. En La Vanguardia, Ramón Aymerich sostiene que las administraciones deben «empezar a vender discurso sobre quiénes somos, de dónde venimos, y a dónde vamos«. De acuerdo, pero quizá no sólo las administraciones. Juan Varela les pide en su blog un nuevo plan para la sociedad de la información; pero no explica por qué ni ofrece las claves. ¿Podemos confiar en que sólo las administraciones nos saquen del apuro?

Más preguntas que respuestas, de momento. A tomar en cuenta por los que nos interesamos por las TIC y la sociedad de la información. Porque ésta es ante todo una sociedad. Parece que el orden correcto sería tener primero claras las ideas sobre la sociedad que queremos, sobre objetivos y proyectos; para construir a partir de ahí el discurso sobre la contribución de las TIC. Porque hoy por hoy, ni siquiera está claro a que podemos llamar verdaderamente progreso. Creo que toca arremangarse.

P.S. No me he atrevido a registrar en mi pizarra la propuesta de El Jueves. Aunque no deja de ser una alternativa a valorar.

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TIC y vida de consumo

Un concepto que me sorprendió en los cursos de Doctorado en Sociedad de la Información de la UOC fue que estuviéramos pasando de una sociedad de productores a una sociedad de consumidores. En la que no sólo se consume mucho; además, lo que uno consume (y el modo en que exhibe su consumo) es uno de los rasgos definitorios de su identidad.

Ejemplos:

  • Los/las consumidores de potencia: los que utilizan un todo-terreno enorme y blanco impoluto para llevar a los niños al colegio (de la ciudad); los que compran o descartan un gadget digital por los megas o gigas que tenga, sean o no capaces de aprovecharlos.
  • Los/las que usan un reloj de pulsera ‘king size‘ que de ningún modo cabe dentro del puño de la camisa.
  • Quien considere que el/la joven que no esté en Tuenti es un ‘paria social‘.

Y muchos más que cada lector podrá repasar con poco esfuerzo.

bauman-vida-de-consumo«Vida de consumo«, mi última adquisición de Zigmunt Bauman, está dedicado a esta cuestión. Con el interés añadido de que, a diferencia de otras obras de Bauman, la cuestión del uso de Internet y las TIC aparece explícitamente. Lo leeré a fondo cuando acabe (esta noche) la última aventura de Lisbeth Salander. Adelanto sólo una cita:

«El síndrome consumista ha degradado la duración y jerarquizado la transitoriedad, elevando lo novedoso por encima de lo perdurable. Ha reducido abruptamente el lapso […] entre el momento de nacimiento del deseo y el momento de su desaparición …«.

Desde la perspectiva del ‘Humanismo.com‘ de mis últimas entradas no puedo evitar preguntarme:

  • En qué medida el impulso hacia el uso de las TIC y la sociedad de la información refuerza la tendencia hasta esta ‘vida de consumo‘.
  • Desde qué ‘marcos mentales‘ se puede promover el uso de las TIC para orientar patrones de conducta alternativos a la ‘vida de consumo‘.

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Marcos mentales: el diablo en Internet

stieg-larssonAl inicio de la segunda entrega de Millenium, el best-seller de Stieg Larsson, Mikael Blomkvist, el principal protagonista, cuenta que Lisbeth Salander, el segundo personaje central de la novela,

«… manejaba los ordenadores como si estuviera aliada con el mismísimo diablo«.

Aún tratándose de la heroína de la novela, creo que coincidiríamos en que la frase no funcionaría si se dijera que en este asunto de manejar ordenadores, la Salander estaba aliada con los ángeles o con el Espíritu Santo.

Sí podemos decir, en cambio, sin que rechine demasiado, que Mozart componía como si los ángeles le cantaran las melodías al oído. Pero no nos los imaginamos, yo por lo menos, dictando líneas de código.

¿Hay algo más profundo detrás de esta elección selectiva de seres espirituales, incluso si es metafórica? ¿Se trata sólo de una simple casualidad sin más relevancia, o bien responde a ‘marcos mentales’ más o menos arraigados?

Sea como fuere, se acumulan en la prensa artículos sobre el uso y abuso de Internet por parte de delincuentes organizados. Hace no mucho, el New York Times avisaba de que los ataques internéticos son cada vez más potentes. Hace pocos días publicaba un nuevo artículo encabezado con el párrafo,

«Internet security is broken, and nobody seems to know quite how to fix it».

en el que un experto avisa de que «ahora mismo los chicos malos mejoran más rápidamente que los chicos buenos«. Anticipándose a la toma de posesión de Obama como Presidente de los EEUU, ya se ha publicado el informe de un ‘think tank‘ que reclama con urgencia una estrategia y una organización específicas para la gestión de la seguridad de Internet. Hay otros ejemplos.

Lo cual viene a confirmar que se reproducen en Internet muchos de los vicios y virtudes del mundo real. ¿Qué pensarán de éso los ciberlibertarios?

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¿Se satura Internet? No: nos satura a nosotros

Seth Godin, un gurú del marketing sobre el que escribí algo (no demasiado favorable) en el pasado  incide en su blog acerca de lo que algunos han dado en llamar la economía de la atención.

«The internet isn’t full, but we are […] What is full is our attention«.

blog_081209Según la Wikipedia, la premonición del posible desequilibrio entre una disponibilidad de información constantemente creciente y una capacidad de atención forzosamente finita se empezó a prever ya en 1971; mucho antes de que Internet y los progresos de las TIC lo hicieran factible:

«A wealth of information creates a poverty of attention and a need to allocate that attention efficiently among the overabundance of information sources that might consume it«.

El desarrollo y el ejercicio de la capacidad de cada uno de asignar eficientemente la cuota de atención de que dispone, que será crecientemente el recurso más escaso de la sociedad de la información, es (debería ser) parte de la agenda del ‘Humanismo.com‘.

De lo contrario, entre otras cosas, las turbas inteligentes que reseñaba ayer serán digitales, pero también reflejas, subconscientes, poco o nada inteligentes; y por lo tanto muy manipulables. Lo cual seguro que a alguien interesa e intentará por tanto propiciar y aprovechar. Elucubrar si para bien o para mal llevaría a evocar la saga del Señor de los Anillos, o épicas parecidas.

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Turbas inteligentes

En El País de ayer coincidieron dos artículos separados con el motivo común de las ‘turbas inteligentes’ (‘smart mobs‘ en la acepción original de Howard Rheingold).

En un artículo en la sección de Internacional, Moisés Naïm se refería a la organización de las recientes protestas masivas en Tailandia y en otras partes del mundo, resaltando que:

«Los organizadores no eran políticos tradicionales ni usaron los métodos usuales de convocatoria. Fueron ciudadanos comunes cuya influencia política se ve potenciada por la capacidad de crear y movilizar una turba inteligente a través de nuevas tecnologías».

blog_081208El mismo día, el suplemento «Domingo» dedicaba, bajo el epígrafe «Tiempo de Revuelta», varias páginas a los encierros de estudiantes en varias universidades españolas. Destacando, entre otras cosas que:

«Lo que se está librando en los campus españoles es una desigual batalla de jóvenes que se comunican en trazos gruesos a través del correo electrónico, Tuenti y otras redes sociales, frente a unos administradores de la reforma que aún confían en el valor de una seca nota explicativa en el tablón de anuncios para difundir los cambios. En el campo de la comunicación, las instituciones están perdiendo por goleada».

Hay opiniones para todos los gustos sobre Bolonia y los que se oponen a ella; no me atrevo a meterme en este jardín. Pero supongo que se le aplicarían, como a otros, las conclusiones finales de Moisés Naïm:

«Una turba, por más inteligente que sea, no es ni buena ni mala; todo depende de sus fines.La esperanza es que las mismas tecnologías que permiten el ascenso de las turbas inteligentes produzcan los anticuerpos que nos ayuden a mitigar la influencia de aquellas que usan sus capacidades para subvertir la democracia».

O para otros fines no deseables, añadiría yo. Por ello, reclamando que seamos capaces de retener la capacidad de no confundir los medios con los fines, etiquetaré también esta entrada como perteneciente a la categoría «Humanismo.com«.

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Internautas: Desmentir a Zenón

En una de sus famosas paradojas, Zenón sostenía que Aquiles nunca alcanzaría a la tortuga por más que corriera. Porque cuando llegara hasta donde la tortuga estaba hacía un momento, ésta se habría ya avanzado a una nueva posición. Ad infinitum.

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Me lo ha hecho recordar el comentario de Oscar a una entrada anterior sobre el crecimiento de la banda ancha en España:

«Sería interesante ver cómo ha evolucionado la cifra de penetración en el tiempo y las razones para ello«.

Tenía las cifras a mano, extraídas de Eurostat, y aquí están, representadas en un gráfico. Indican, salvo error u omisión, que no estamos recuperando el retraso respecto de la media de la Europa de los 15. Zenón diría que es lógico; porque ellos, como la tortuga, también se mueven. ¿Qué podría hacerse para desmentirle?

Oscar podrá decir, con razón, que he dado las cifras, pero no la explicación del retraso. Y es que uno siempre se apunta primero a lo más fácil.

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Un ataque de fragmentación total

Clara Sanchis relata en La Vanguardia que, buscando la explicación a «una serie de pequeños errores que cometía a diario» un joven que le ayudaba como secretario, empezó a fijarse de cerca en su método de trabajo …

«Y fue cuando vi que mientras revisaba el correo, descargaba archivos, enviaba y recibía SMS, controlaba las noticias de última hora, contestaba al teléfono, apuntaba cosas y buscaba datos en internet. Todo ello, relacionado con el trabajo que nos ocupaba, sin un ápice de incorrección laboral, pero enredado en una vorágine de puro descontrol. Tú lo que tienes, le dije, es un ataque de fragmentación mental».

multitasking_2Las conclusiones de Clara Sanchis, que comparto, incluyen que «Se trata de hacer las cosas una detrás de otra, y no todas a la vez» y que «el exceso de posibilidades de la tecnología nos puede llevar al pensamiento discontinuo y de ahí, a la ineficacia total«. Ya he escrito en otras ocasiones sobre las mías, sobre cómo las herramientas tecnológicas nos ayudan con igual facilidad a ser productivos que a dispersarnos, a hacer más eficazmente algunas cosas como a distraernos aplicándonos a todas, incluidas las menos importantes.

No me repetiré. Pero dejaré una cuestión para debate. Seguramente estaríamos todos de acuerdo en la necesidad imperiosa de que en las escuelas se enseñe cómo usar las herramientas TIC.

¿Tendría también que enseñarse cómo NO usarlas?

Puesto de otro modo.

¿Es bueno que se considere como positiva la capacidad de ‘multitasking digital’ de los adolescentes? ¿No sería tan importante (o más) enseñarles la práctica de la atención continuada, de la concentración?

Preguntas que llevan a su vez a otras cuestiones  que dejo pendientes para un reflexión más a fondo sobre el «Humanismo.com»

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Entradas anteriores sobre esta cuestión:

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