Abundan estos días las opiniones sobre las causas de la crisis global y los posibles remedios. Escribiendo en El País acerca de los políticos y la cumbre de Washington, Joan Subirats concluye que:
«La crisis que nos sacude tiene sus raíces en la total falta de credibilidad de la actual política institucional, llena de melancolía, faltada de romanticismo».
Y aboga por la necesidad de recuperar la capacidad de liderazgo político, de considerar la crisis como una oportunidad y construir propuestas ambiciosas, incluso románticas, de formas alternativas de conducirnos.
No habla para nada del rol de las tecnologías de la información. Ni como uno de los elementos que contribuyen a generar la crisis ni tampoco como una de las palancas de posibles soluciones.
¿Tendríamos que hablar más de las TIC, incluso en circunstancias como las actuales? En la línea de las últimas entradas, propongo una múltiple reflexión:
- Sobre las expectativas incumplidas o aún no cumplidas acerca de las TIC y su impacto.
- Sobre efectos colaterales de las TIC, incluyendo la amplificación de perturbaciones como las que han llevado a la crisis económica actual..
- Sobre la necesidad de re-construcción de una visión renovada y coherente, no tan ‘TIC-ilustrada‘ como las más habitales, de futuros deseables y factibles que las TIC nos pueden ayudar a construir.
Me preocupa que, después de varias semanas de aceptación de la crisis, no se ponga sobre la mesa la necesidad de esta reflexión. Me preocuparía aún más, por otra parte, que ya se estuviera haciendo y no me hubiera enterado. Aunque, si ese fuera el caso, me apuntaría de inmediato a participar.
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