Uno de los suplementos de fin de semana de La Vanguardia (disponible on-line) se inquieta porque:
«La era de la información puede convertirse en la era del naufragio del conocimiento. A no ser que aprendamos a navegar en ese océano, y rápido, porque la marea sigue subiendo«.
Una cuestión planteada desde hace tiempo. Pero no resuelta del todo, porque es mucho más difícil definir y medir el conocimiento que la información. Y porque, en cualquier caso, es más evidente la capacidad de los ordenadores para ayudarnos con la información que con el conocimiento.
Por si alguien duda de esa última afirmación, dejo en el aire una pregunta:
¿Nos ayudan Internet y las TIC a conocernos a nosotros mismos?
Yo pienso que no, pero quizá tampoco tendríamos que exigirles tanto. Sin embargo, me preocupa que, en mi experiencia personal, Internet y las TIC nos proporcionan múltiples tentaciones para evitar el esfuerzo de conocernos a nosotros mismos. De hecho, muchas mas tentaciones para dispersar nuestra atención que para concentrarla.
Lo cual no es una descalificación ni un juicio de valor. Simplemente, se trata de herramientas que nos hacen más fáciles algunas cosas (las más prácticas e inmediatas) y otras más difíciles. Así es la vida.
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