Archivo mensual: junio 2008

Audiencias: Alguien se engaña o nos engaña

Conviene bajar a tierra afirmaciones demasiado categóricas. Comentaba en una entrada anterior, que según Enrique Dans, durante el reciente España-Italia:

«en cada momento de corte publicitario, incluso durante el mínimo intermedio de la prórroga, los espectadores abandonaban la pantalla de la televisión y se volvían a la del ordenador, en una modalidad de zapping especialmente interesante: un zapping que ya no se produce entre diferentes canales, sino entre diferentes medios. Un zapping que no recogen los audímetros».

Una afirmación exagerada, como se comprueba al ponerle números. Según los datos de El País, en el máximo valle durante la publicidad en el descanso, se perdía casi la mitad de la audiencia. Como, según los datos del INE, hay en España unos 14 millones de internautas habituales, el mapa de audiencias podría representarse como en la Figura.

Creo pues que la afirmación de Enrique Dans, aún siendo cualitativamente relevante, se aplica hoy por hoy sólo a una parte minoritaria de la audiencia (el recuadro verde en la figura). Es una tendencia de futuro, pero no una realidad en la forma que él la presenta.

Me parece más válida y útil la conclusión del equipo investigador de la UOC sobre este asunto (mis negrillas):

«Podemos cuestionar las lecturas deterministas que establecen que la única participación posible de los ciudadanos en los procesos de comunicación mediados por la tecnología se reducen al consumo pasivo de contenidos. Bien al contrario, si dejamos también de lado interpretaciones excesivamente entusiastas e interesadas que tienden a atribuir un poder exagerado a las aplicaciones tecnológicas, se abren nuevas posibilidades de explorar en qué medida y de qué forma el ciudadano ejerce efectivamente la capacidad de apropiarse de la tecnología y de los medios a su alcance, así como de su discurso …»

Nos convienen mayores dosis de este tipo de visiones equilibradas sobre las relaciones entre tecnología y sociedad.

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Se ocupan de las tecnologías, se olvidan de la sociedad

El Observatorio de red.es acaba de publicar su primer informe anual sobre la sociedad en red.

Un documento bienvenido, porque reúne en una misma fuente unas cuantas de las estadísticas e indicadores oficiales sobre la materia (pero no todas; escribiré sobre las omisiones, accidentales o no, otro día).

Hay mucho que comentar sobre el documento, incluso tras un repaso bastante superficial. Lo iré haciendo a pedazos.

Empezando por una contradicción que me parece muy relevante:

  • El título menciona la sociedad red
  • Pero, ya desde la introducción y el resumen ejecutivo, queda claro que el foco del informe es el sector de las TIC, no la sociedad que las utiliza.

Tenemos un problema:

  • Una parte significativa de nuestros dirigentes, públicos y privados, ‘pasan‘ de tomar en cuenta las TIC.
  • Pero, en contrapartida, parece como si dirigentes significados de las TIC ‘pasaran‘ de tomar en cuenta la sociedad.

¿Os parece que es real esta brecha? ¿Cómo se salva?

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La guerra de las pantallas

Se comenta en la blogosfera un ‘post’ de Enrique Dans sobre el presente y futuro de la publicidad en televisión. Seguramente bien orientado hacia el futuro, pero enormemente tendencioso sobre el presente.

Parte de los datos de la Figura, que reflejan la evolución del tráfico en la red social Tuenti durante el España-Italia.

  • Partiendo de la observación, indiscutible, del aumento de las conexiones durante los descansos, su conclusión, discutible, es que «en cada momento de corte publicitario, incluso durante el mínimo intermedio de la prórroga, los espectadores abandonaban la pantalla de la televisión y se volvían a la del ordenador«.

Una afirmación, esta última, poco rigurosa. Porque:

  1. Como los datos no tienen escala, no se sabe cuántos usuarios cambiaron realmente de pantalla.
  2. No se caracterizan los datos de la muestra. No se dice cuántos usuarios estaban conectactos a la red durante el partido, ni cuántos antes del partido, ni cuántos de ellos simultaneaban la conexión con la tele.
  3. En cualquier caso, dado que Tuenti debe tener menos de un millón de afiliados, el número de personas que veían la tele era en cualquier caso mucho mayor que el de los conectados a esa web.

Por tanto, sólo se puede concluir razonablemente que una parte de la minoría de telespectadores conectados a Tuenti incrementaron su conexión durante los descansos. Pero como se trata de una comunidad de jóvenes, que sabemos que son multitarea, no puede tampoco asegurarse que dejaran de prestar atención a la publicidad.

Conclusión. Aunque la «guerra de las pantallas» existe, hay que abordarla con rigor, como se hace en el libro de Imma Tubella. Porque es una guerra que va en ambas direcciones: Obsérvese en el gráfico cómo quedó la conexión durante la tanda de penalties.

La guerra de pantallas obligará a repensar la efectividad de la publicidad. Pero no sólo en la tele. Porque, por ejemplo, me consta que hay anuncios en el blog de Enrique Dans, que visito asiduamente, pero no consigo recordar cuáles.

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Bases de sostenibilidad de la e-economía

En estos días en los que abundan las reflexiones y diagnósticos sobre la no-crisis económica, La Vanguardia publica un artículo bajo el titular que sigue:

Se refiere a que la popularidad de YouTube (130 millones de visitas al mes) está (de momento) generando a Google, que es su propietario, ingresos de sólo unos 80 millones de euros. Insuficientes para cubrir los costes de operación (que deben incluir un ancho de banda estratosférico), y mucho menos los costes de amortización del fondo de comercio generado al adquirirlo (por 1.300 millones de euros).

Es posible que a la gente de Google no le preocupe demasiado esta cuestión. Al fin y al cabo, la compañía declaró un beneficio de $1.310 millones durante el primer trimestre de 2008. Puede por tanto permitirse varios YouTubes. Además, no hay que descartar que Google encuentre el modo de acabar rentabilizando YouTube.

Así y todo, no he resistido la tentación de esbozar en mi pizarra la comparación entre las bases de la economía industrial, que hoy se califican como no sostenibles, y las de la economía emergente de la información.

Es sólo un apunte, incompleto y seguramente discutible. Pero no creo que esté de más empezar a darle una vuelta a la cuestión.

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El prestigio del informático

Un video genial sobre las cuitas de un informático. Es ficción, pero podría no serlo.

Dos comentarios, relacionados con cuestiones ya abordadas en este espacio:

  • En la medida en que el video refleja una situación real, la conclusión es que hay una ‘brecha funcional‘ entre algunos productos de tecnología y la capacidad de los usuarios para utilizarlos y gestionarlos. Y también que no hay una abundancia de servicios profesionales a los que recurrir para resolver necesidades de este tipo. Una carencia, por tanto; quizá también una oportunidad.
  • En segundo lugar, si se trata así a los ingenieros, y algo de ello hay, quizá no haya que asombrarse de la escasez de vocaciones para las carreras de ingeniería!!!

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TIC y tendencias sociales

Asistí ayer a una reunión organizada por la Asociación Catalana de Ciencia Regional sobre «Los hábitos sociales y las TIC: Tendencias«. Con ponencias interesantes de Carles Grau, Xavier Kirchner, Jaume Ferrús, Vicente López, Miquel Barceló y Lluis Jofre, pero que me dejaron una cierta inquietud.

De entrada:

  • La mayoria de los ponentes trabajan en el sector tecnológico. Lo que transmiten, por tanto, es sus visiones de la sociedad (real o deseada) desde la proximidad a las tecnologías. Ningún ponente había que las complementase con visiones de las TIC desde la sociedad.
  • En consecuencia, el eje de las ponencias gravitaba en torno la visión del futuro de las tecnologías. Confundiendo por tanto prospectiva social con estrategias comerciales. Como si diera implícitamente por sentado que la sociedad está ahí simplemente para aceptarlas.
  • Había, para mi gusto, una proporción excesiva de temáticas TIC, empezando por el audiovisual, ligadas a negocios publicitarios. Ya he dejado constancia de que me parecería saludable que hubiera un espacio de desarrollo de las TIC que no tuviera que ver con la publicidad.

Con todo, lo que más desazón me provoca es comprobar la persistencia de la actitud del colectivo de «ilustrados-TIC» representado en la sala de generalizar como tendencia de futuro para el conjunto de la sociedad las prácticas emergentes (¿por qué calificarlas de ‘avanzadas‘?) de lo que hoy es sólo una minoría de hiper-conectados. Que pueden (o no) representar una tendencia de futuro.

No olvidemos que, como muestra la gráfica (elaboración propia, sobre los últimos datos del INE), la mitad de la población española ni siquiera se conecta a Internet. En buena parte porque los argumentos de los «ilustrados-TIC» y la oferta del sector no les convencen.

No olvidemos tampoco que esa considerable porción de ‘no-conectados‘ también forman parte de ‘nuestra‘ sociedad. Y que comparten el derecho, que ejercerán, a conformar tendencias de futuro. Incluso del futuro de las TIC.

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Internet y la inteligencia creadora

Nicholas Carr publica en The Atlantic Online un artículo bajo el nada inocente título:

Argumenta, basándose en parte en la experiencia personal del autor, y en parte en estudios académicos, que:

«Los usuarios no leen ‘online’ en el sentido tradicional. Hay señales de que emergen nuevas formas de lectura en la medida en que los usuarios navegan horizontalmente a través de títulos, páginas de contenidos y abstracts buscando resultados rápidos. Casi parece como si evitaran leer en el sentido tradicional«.

Coincido con Carr en que esta manera de leer, que prima ante todo la eficiencia y la inmediatez, tiende a postergar, y por tanto a debilitar por falta de ejercicio, nuestra capacidad y hábito de leer a fondo y de pensar más allá de la superficie de los datos.

El articulista cita a los creadores de Google manifestando cosas como:

  • “The ultimate search engine is something as smart as people—or smarter”
  • “For us, working on search is a way to work on artificial intelligence.”
  • “Certainly if you had all the world’s information directly attached to your brain, or an artificial brain that was smarter than your brain, you’d be better off.”
  • Google is “really trying to build artificial intelligence and to do it on a large scale.”

Comentando este asunto, leo en un blog que «la inteligencia es conexión«, que la inteligencia se concibe «no como la capacidad de almacenar datos, sino como la posibilidad de relacionarlos entre sí».

No caeré en la tentación de describir aquí la inteligencia. Pero limitarla a esa capacidad asociativa me parece una concepción pobre de la inteligencia, o por lo menos de la inteligencia creadora. Asociar no es ni siquiera pensar. Como bien saben los publicistas, lo podemos hacer incluso distraídamente, inconscientemente.

Mi conclusión, en la línea de lo apuntado en una entrada anterior, es que Internet y las TIC nos ayudan más en lo mecánico, en lo superficial y lo inmediato que en lo más auténticamente importante y humano. Lo cual no es poco. Pero confundir lo que las máquinas pueden hacer por nosotros con lo que nosotros podríamos o deberíamos hacer, es una trampa más de la modernidad. Una trampa, añadiría, demasiado cómoda como para resistirla fácilmente.

Bibliografía recomendada: DREYFUS, H. L. (2001), On the Internet, London, Routledge. (Hay traducción al castellano en la Editorial UOC)

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Las TIC se impregnan de … sustancia espiritual?

De un artículo sobre videojuegos en El País Semanal de 8/6/2008 entresaco la esta declaración de uno de los creadores entrevistados:

Según algunas tradiciones espiritualistas, antes de nacer, entre reencarnación y reencarnación, nuestro Espíritu, en función de la misión que se ha impuesto para su estancia en la Tierra, escoge un linaje en el que encarnarse. Desde este punto de vista, no somos como somos porque tenemos el DNA que tenemos, sino que tenemos el DNA que hemos escogido como sustrato para ser como somos.

Verosímil o no, aceptada o no, ésta siempre me ha parecido una imagen atrayente. Que resulta al 100% creíble cuando la trasponemos al ámbito de las máquinas y los programas que las hacen funcionar, que funcionan sobre ellas.

En el caso de un videojuego, como en el de un programa de software, el programador imagina primero lo que  querrá que haga su criatura animada, escoje el linaje de circuitería en que encarnarla, y construye pacientemente el código, que en su versión binaria sería el equivalente del DNA de un ser vivo.

El videojuego es como es porque de algún modo encarna en su código la intención del programador.  El jugador puede creer que tiene el control del juego, quizá sin ser consciente de que no es controlador, sino controlado. Y si jugando desarrolla habilidades, éstas serán las imaginadas y pretendidas por el creador. El jugador cree que aprende, pero en cierto sentido está siendo domesticado.

Podemos pensar si la analogía, quizá con algunos límites, puede extenderse al ámbito general de aplicación de las tecnologías de la información. Si el código es el DNA del ciberespacio (según Lessig), podemos pensar en cuál es el alma del código y cómo interacciona con la nuestra. Continuará.

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A por la Generación Einstein

Una vez más, un artículo en la sección de Vida&Artes de El País, provoca con un titular que mezcla asuntos de tecnología y sociedad sin rigor, incluso sin cuidado.

Desayunar bits y pixeles, ¿es equivalente a estar preparado?

He pegado en el tablón unos cuantos recortes del texto. Que (oh, sorpresa!?) provienen al parecer de un «experto» de una agencia de publicidad. Lo que, en mi parcial opinión, obliga a cuestionar de inmediato sus diagnósticos, no fuera que estuvieran mediatizados por intereses simplemente mercantiles.

En contraste, el texto recuadrado en verde, extraido de un artículo publicado en la misma página y firmado por un sociólogo, refleja una propuesta interesante y provocadora: «Normalmente, quienes dicen cómo es la juventud están hablando más bien de cómo son quienes les crían o malcrían. O sea, ellos mismos«.

Creo que necesitamos visiones alternativas. Como padres, pero también como ciudadanos, no podemos abandonar la responsabilidad de intentar entender el mundo que viene y explicárselo a los jóvenes. Aunque sólo fuera para contrarrestar las imágenes interesadas de los publicistas y las descontextualizadas (deshumanizadas, des-socializadas) de tantos «ilustrados-TIC«.

¿Mi opinión? Las habilidades digitales son y serán cada vez más necesarias; sin duda alguna. Pero no son las que definen ni definirán a los más preparados. Al tiempo.

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Promover tecnología =? Promover publicidad

La concesión a Google del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación ha provocado una cierta polémica. Desde los que la aplauden sin reserva a los que no ocultan su incomodidad.

Personalmente, considero que Google no es una empresa de comunicación (ni tampoco del sector TIC), sino que está 100% en el negocio de la publicidad. Como las cadenas comerciales de televisión. La mayoría de nosotros, aunque usemos sus herramientas, no somos clientes, sino audiencia. Sus herramientas nos hacen la vida algo más fácil; pero el objetivo central de Google no es ése, sino atraernos como blanco de los anunciantes de los que obtiene sus ingresos.

Por eso confieso no entender la concesión de este premio. Menos aún después de consultar la lista de premiados de años anteriores. ¿Hemos de esperar que en próximas ediciones se lleve el premio una agencia de publicidad?

Quede claro. No tengo nada contra Google, excepto mi aversión a la saturación de publicidad que intenta convencerme de comprar cosas que en general no necesito. Ni quiero necesitar.

Y me preocupa que se imponga como bueno un modelo de innovación en el que la única fuente de ingresos sea la publicidad. ¿Nos permitirán ser a la vez tecnófilos y publífobos?

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