Conviene bajar a tierra afirmaciones demasiado categóricas. Comentaba en una entrada anterior, que según Enrique Dans, durante el reciente España-Italia:
«en cada momento de corte publicitario, incluso durante el mínimo intermedio de la prórroga, los espectadores abandonaban la pantalla de la televisión y se volvían a la del ordenador, en una modalidad de zapping especialmente interesante: un zapping que ya no se produce entre diferentes canales, sino entre diferentes medios. Un zapping que no recogen los audímetros».
Una afirmación exagerada, como se comprueba al ponerle números. Según los datos de El País, en el máximo valle durante la publicidad en el descanso, se perdía casi la mitad de la audiencia. Como, según los datos del INE, hay en España unos 14 millones de internautas habituales, el mapa de audiencias podría representarse como en la Figura.
Creo pues que la afirmación de Enrique Dans, aún siendo cualitativamente relevante, se aplica hoy por hoy sólo a una parte minoritaria de la audiencia (el recuadro verde en la figura). Es una tendencia de futuro, pero no una realidad en la forma que él la presenta.
Me parece más válida y útil la conclusión del equipo investigador de la UOC sobre este asunto (mis negrillas):
«Podemos cuestionar las lecturas deterministas que establecen que la única participación posible de los ciudadanos en los procesos de comunicación mediados por la tecnología se reducen al consumo pasivo de contenidos. Bien al contrario, si dejamos también de lado interpretaciones excesivamente entusiastas e interesadas que tienden a atribuir un poder exagerado a las aplicaciones tecnológicas, se abren nuevas posibilidades de explorar en qué medida y de qué forma el ciudadano ejerce efectivamente la capacidad de apropiarse de la tecnología y de los medios a su alcance, así como de su discurso …»
Nos convienen mayores dosis de este tipo de visiones equilibradas sobre las relaciones entre tecnología y sociedad.
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