Un número reciente de la revista Fortune es casi un monográfico sobre las grandes pérdidas que están aflorando en entidades financieras de Wall Street. Un primer artículo destaca tres fallos estratégicos como origen de la crisis de crédito:
- Grandes inversiones en productos financieros de alto riesgo
- Inversiones financiadas a crédito, con deudas equivalentes a más de treinta veces los recursos propios, y hasta cuarenta veces.
- Un sistema de incentivos que pagaba a los gestores una buena proporción de los beneficios, pero no les penaliza en caso de pérdidas.
Unas páginas más adelante, en una entrevista a Nassim Taleb (el autor del best-seller «El Cisne Negro«), éste hace parcialmente responsables a las escuelas de negocio y al establishment económico por promover los modelos cuantitativos de inversión por encima del sentido común:
«I noticed that while portfolio models got worse and worse in tracking reality, their use kept increasing as if nothing was happening. Why? Because in the past 15 years business schools accelerated their teaching of portfolio theory as a replacement for our experiences. It looks like science, and they have been brainwashing more than 100,000 students a year. […] The problem may also be the Nobel in economics that gave a stamp to these junky theories».
Notable, creo yo. Una catástrofe que FORTUNE presenta como resultado de la actuación de financieros con talento, ambición y pocos escrúpulos, apoyada en los modelos generados por matemáticos de talento también indudable, con la cobertura conceptual de los académicos más talentosos y aclamados, formados en escuelas de negocio de élite. Todos profesionales del conocimiento. Apoyados por ordenadores de última generación y redes de banda ancha.
Y, así y todo, un resultado desastroso. Una indicación, pienso yo, de que la sociedad del conocimiento precisa algo más que talento, conocimiento y tecnología a secas.
Casualmente, en «La Contra» de La Vanguardia del pasado viernes entrevistaban a un ‘cazatalentos’ de ámbito global, aficionado a la caza y a los coches deportivos, especializado en el sector financiero y legal, que declara que «cazar talentos es como cazar fieras«. Quizá lo que está diciendo es que ese tipo de talentos que él caza son como fieras. Peligrosos. Demasiado, según se ha visto, como para dejarlos sueltos.
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