Archivo diario: abril 7, 2008

Progreso y fracturas sociales

Doy vueltas a una reflexión de Richard Sennet en su último libro (comentado en un ‘post reciente’):

Hoy la economía fortalece este tipo de pasión que se autoconsume, tanto en los grandes supermercados como en la política […] Si la economía continúa empujando hacia el modelo de avanzada y los ideales políticos siguen mirando hacia atrás, el ideal termina por no ser otra cosa que un lamento impotente. (118:119).

Mi primera intuición fue asociarla a lo que a veces he denominado como «la fractura digital estratégica«: la dificultad aparente de muchos de nuestros dirigentes, en el sector público y el privado, para concebir y liderar proyectos de país basados en un uso intensivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Patente de modo más acusado en Cataluña, en donde los proyectos del discurso político de los últimos años, quizá de la última década, me parecen más centrados en cuentas pendientes del pasado que en realidades concretas de un futuro a construir.

Pero la existencia de la brecha entre políticas y tecnologías de la que habla Richard Sennet viene de más atrás. La memoria asociativa me ha llevado a recordar el principio de una publicación poco conocida (pero estupenda, en mi opinión) del historiador David Noble:

‘Science and capitalism press forward by nature’.

Figura 1

Y si otros elementos de la sociedad no «empujan» del mismo modo, se quedan atrás. Con lo que el imaginario de una sociedad cohesionada, o por lo menos equilibrada, como sugiere la Figura, se resquebraja.

Dando paso en su lugar a una «estructura fracturada«, con grupos de personas y prácticas demasiado distantes como para permanecer establemente englobadas en la misma envolvente. Con objetivos demasiado diferentes como para sentirse acogidos por las mismas instituciones.

A resaltar que, si se acepta que la noción de «progreso» depende de los criterios de valoración que pueden ser ideológicos, el juicio de qué lado de la fractura es el «bueno» es subjetivo.

Mi intención es explorar en entregas sucesivas si este tipo de esquemas ayudan a pensar sobre las políticas de sociedad de información, en donde las nuevas prácticas, las nuevas culturas, tienen como base las tecnologías de la información y la comunicación (las TIC).

Antes de ello, sin embargo, el último número de The Economist, en un editorial sobre las tensiones en los mercados financieros, ejemplariza muy bien un caso concreto de esta «fractura». Empieza concediendo que la importancia de esta crisis, que tiene su origen en los excesos de riesgo de algunos agentes financieros, puede exigir una reforma en profundidad del sistema financiero y su regulación. Pero sostiene al tiempo que:

«At times like this, the temptation is for tighter controls to rein in risk-takers, so that those regular, painful crashes could be avoided. It is an honourable aim, but a mistaken one. […] Regulators cannot know how trust will ebb and flow as new markets develop the experience and practice they need to work better. They therefore cannot predict the peril of new ideas. They have to let new markets develop, or stifle them. […] The notion that the world can just regulate its way out of crises is thus an illusion. Rather, crisis is the price of innovation«.

Para The Economist, pues, la innovación financiera es progreso, y crisis como la actual el precio que de vez en cuando hay que pagar. Los militares usan el eufemismo «daños colaterales» para este tipo de situaciones. «Science and capitalism press forward«. Continuará.

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