Archivo diario: marzo 2, 2008

Marcos mentales (5): El conocimiento en la política

La edición del Viernes 29/2/2008 de El País tiene dos piezas independientes y complementarias.

De una parte, Enrique Vila-Matas desarrolla, debajo del titular «¿Qué hacer?«, un argumento sobre la decreciente o nula influencia de los intelectuales en la política:

«Personas de gran exigencia intelectual y potentísima inteligencia son hoy plenamente conscientes de que su destino en la vida -explicar lo que han entendido y que los otros no comprenden o no quieren ver- no sirve para nada porque a los otros ni les incumbe ni lo comprenden ni lo quieren saber«.

En otra sección del mismo diario, el titular «Políticos al borde del suspenso» encabeza un reportaje a dos páginas sobre la (falta de) formación de nuestros políticos. Con cuestiones como:

«Una sociedad en continuo movimiento plantea retos cada vez mayores derivados de cuestiones como el vertiginoso avance de las tecnologías, el mundo virtual, los avances científicos o el incremento de las migraciones. Todo ello hace que el ejercicio de la política requiera tener una visión cada vez más global de la sociedad. Con independencia del nivel de preparación inicial que tengan, ¿están los políticos adecuadamente formados para liderar esta sociedad?«

plato.jpgSegún la articulista, la respuesta de los expertos es un rotundo NO.

Poniendo juntas las dos piezas, la conclusión de primer nivel sería:

  • El conocimiento sirve poco para influir en política
  • A los políticos parece no importarles mucho el conocimiento, posiblemente porque consideran que les serviría de poco.

Lo cual, en plena transición hacia la sociedad de la información y el conocimiento no deja de ser una flagrante paradoja.

Para acabar con propuestas en positivo.

¿Por qué no pedir que, al igual que se hace en muchas empresas, los políticos con cargo público publiquen en su página web un perfil personal de conocimiento: Formación inicial, Formación continuada, Capacidades para la función que desempeñan, Habilidades, etc.?

En la misma tónica, ¿por qué no someter a unos cuantos líderes políticos a una «evaluación de 360 grados«, darles los resultados, enviarlos a sus jefes (o sea, a nosotros) y enviarles un «coach» para que les asesore sobre un plan de mejora (esa última parte, confidencial y en privado).

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